Hola, espero que esta historia no los tome por sorpresa y de ella aprendan a discernir el lenguaje de la vida y por favor no olviden “PARE”
Mi nombre es Camila, joven aun con un futuro muy comprometedor aunque ahora tenga que hacerlo siempre a despensas de alguien mas pues mi condición no me lo permite. Nunca me apasiono escribir y ¡valla que cosas lo estoy haciendo y con mucha propiedad!, el leer también se ha convertido en mi pasión. En mi corta vida nunca se me había pasado por la cabeza la existencia de un libro ¡aunque ya lo hubiese visto en el atril de mi casa! Tan lleno de palabra vivificante, agradable, consoladora y lo mas sorprendente llena de promesas y vida eterna para aquellas personas que deseen aceptar el personaje primordial y principal de aquel libro… y me refiero sencillamente a la Biblia o santas escrituras, creanme nunca pensé tomarlo y leerlo pues mi tiempo lo consumía otras banalidades y en el estado en que me encuentro ahora, daría cualquier cosa por ser la misma de antes y haberlo tomado en aquel entonces para luego no estar lamentando mi condición.
Les contare sin menguar mas mi historia personal.
Vivo en el poblado de Merhidam a unos cuantos kilómetros de la capital, sus casas están aun en construcción, ya algunas terminadas están a punto de venderse o alquilarse, de suerte que hemos sido los primeros en poblarla. Tengo unos padres excelentes que siempre me han apoyado en mis decisiones a tomar pues han considerado mi madurez parte de mi responsabilidad, si bien no los culpo ya que toda su vida han trabajado para la vivencia digna de los tres.
Estudie en la ya reconocida universidad de princeton donde conocí gran parte de mis amigos de los cuales con algunos compartía situaciones no muy alentadoras. Recuerdo además mis años de escuela donde perdí mi virginidad con el novio que tuve y ahora me siento ultrajada y manoseada de aquel joven que no he vuelto a ver después de habernos graduado. Volviendo a la universidad tuve por experiencia pasar por lo mismo pero con un poco más de temor por aquello de las enfermedades de trasmisión sexual pero mi novio de entonces me tranquilizo diciéndome que ahora con protección el sida no pasa entregándome a sus peticiones.
Todo en la universidad se tornaba normal mis amigos, mi novio, nada parecía inalterable, estaba a gusto con esto. Para aquellos días, principios del verano llegaba a Merhidam y junto a mi hogar una familia a mi parecer un poco extraña “intuí que eran diferentes a los demás” no se el porque de esas apreciaciones pero si en sus rostros se evidenciaban una claridad, irradiaban confianza.
Era una familia pequeña; el señor, la señora, un niño de pie y el otro en brazos. En el desembarco de su mudanza pude notar que aquel señor me balbuceaba entre sus labios una palabra bastante indescriptible, algo como “PARE” no fue un saludo parecido a un hola era un “PARE” le reste importancia aquello, después los saludaría formalmente y retome mi camino a la universidad.
Ya en la noche mis amigos tenían el plan de fin de semana y lo rutinario a lo que nos acostumbramos los jóvenes: embriagarnos y tener sexo en cualquier lugar donde proporcionen licor y estadía hasta el amanecer.